lunes, 21 de noviembre de 2011

Integración

A mediano plazo, una vez que se haya lidiado con la situación económica que nos deja el gobierno actual, pienso que, en lo que a política comercial se refiere, a Venezuela le conviene enormemente un proyecto de integración con países que le son similares en tamaño, situación económica, política y social. Hablo de integración seria, de verdad, que no significa otra cosa que unas reglas claras de juego para poder competir fair and square entre los países implicados. ¿Integración entre quiénes? Yo opino que debe ser entre los países hispanos del continente. ¿Por qué estos países y no incluir, por ejemplo, a Brasil? Aunque es muy conveniente que lograr comerciar libremente con Brasil por el gran mercado que este país significa por sí solo, precisamente por ser ellos conscientes de ese gran mercado que son es que tendrían, en un proyecto de integración (de hecho lo tienen tanto en el MERCOSUR como en el UNASUR) una hegemonía demasiado grande que derivaría en que ninguna regla se puede aprobar sin que Brasil dé su bendición. Pienso que la integración más óptima (tanto desde el punto de vista global como el de país por país) se logra mediante la negociación entre iguales, aunque haya países con más poder de negociación que otros. Si no hay hegemonía, será menos difícil hacer respetar las reglas que mediante debidas negociaciones se establezcan.

Un proyecto de integración hispanoamericana hay que hacerlo, necesariamente, en distintas fases:

1) Libre comercio y unión aduanera: Primero debe negociarse que en todos los países de la Unión podamos comerciar libremente y, a la vez, defender como un bloque nuestros intereses económicos ante el mundo. Se trata, a grandes rasgos, de crear una Zona de Libre Comercio en todos los países hispanos del continente y, si se ve conveniente, renegociar como bloque todos aquellos TLC que los distintos países de la zona han firmado individualmente con otros países/regiones del planeta.

2) Mercado Común: Esto quiere decir, simplemente, libre movilidad de capital y trabajo. Hay que buscar la máxima eficiencia posible en la ubicación de los factores de producción y, a mi parecer, algo que ayuda mucho a que la ubicación de los factores sea eficiente es que estos se puedan mover libremente. Esto aumentaría nuestra productividad total y, por tanto, nuestra competitividad. Antes de la puesta en vigencia de esta fase del proyecto, los Estados deberán identificar y documentar debidamente a la totalidad de su población y establecer controles legales e incentivos para que todos los movimientos migratorios dentro de los países miembros del club estén debidamente documentados y que, por tanto, la movilidad de personas no se produzca de manera caótica, evitando así la xenofobia en los países receptores de inmigrantes. Del lado del capital, un tratado de esta naturaleza obligaría a los Estados miembros a liberalizar los controles de salida de capitales y la movilidad de estos se daría debido a factores de rentabilidad y seguridad.

La unión aduanera, aunque a mi parecer es muy conveniente por todo lo que significa en cuanto al poder de negociación que se gana ante el mundo en cuanto a asuntos económicos, no es necesaria para ahondar en la integración y, para ser realistas, es muy difícil que los Estados accedan a renegociar en conjunto toda una gama de TLC’s que han firmado y ratificado individualmente. No digo que sea imposible, pero es más conveniente ir poco a poco y, si va a haber una unión aduanera, creo que ese sería un paso que se dé incluso después del mercado común. Una integración entre nuestros países tiene que ser a nuestra manera y no con fórmulas importadas de Europa. Porque si algo nos ha enseñado el viejo continente es que, si bien la integración económica tiene muchísimas ventajas, hay que hacerla cuidadosamente porque si no les pasa lo que les está pasando a ellos.

Sé que a muchos de ustedes, queridos compañeros, les suena mal hacer un club económico y político dejando a Brasil afuera. No es que proponga no tener buenas relaciones con ellos, sino que estoy convencido de que las mejores relaciones entre países son de igual a igual y, con la posición económica, política y militar que tiene Brasil hoy, es imposible tener unas relaciones diplomáticas que en la práctica no deriven en una hegemonía absoluta de Brasil sobre nuestros países. El protectorado que ejercen sobre el Esequibo y el descontento de uruguayos y paraguayos con el manejo del MERCOSUR (al punto en que Uruguay firmó un TLC unilateral con EEUU a pesar de la posición de su bloque comercial) son claros ejemplos de que para defender nuestros intereses eficazmente, necesitamos un nuevo equilibrio de poderes que nos dé la posibilidad de tratarnos de tú a tú (tanto bilateralmente como en la OMC) con las potencias emergentes como Brasil, China, Rusia o La India...y también tratarnos de tú a tú internamente.

2 comentarios:

  1. A manera de entender tu justificación, me pregunto por qué sólo incluyes a los países de habla hispana. Entiendo lo de Brasil como un mamut que dominaría las transacciones, pero ¿qué de los países pequeños como Belize, Surinam, o los países del caribe? Además, ¿Qué piensas de México, que está en NAFTA y también tiene una economía fuerte?

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  2. Mi comentario resultó ser muy largo para publicarlo como comentario. Así que te he contestado en una entrada nueva...besos!

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